lunes, 14 de enero de 2013

Sobre supervisión de obra


Estando a unos días de terminar mi estancia en Torreón (ciudad fea y aburrida a la que espero nadie tenga que ir nunca), he decidido hacer un balance de mi primer experiencia como supervisora de obra.

1. El vivir en otra ciudad.
Dado mi gusto por conocer cuanto lugar se pueda, acepté sin mayor problema el venir, pero la estadía se alargó hasta duplicarse y confieso no estoy muy contenta con ello. Torreón no tiene gracia alguna, sin embargo sirve como buen punto de partida para conocer los alrededores (que sí son bonitos) así que es posible entretenerse y salir a pasear los fines de semana. La gente es muy amable y, puede ser un poco egocéntrico, pero se siente bien cuando a uno le preguntan de dónde viene y le hacen plática solo por "ser de fuera" (nos identifican muy fácil por el acento). Veredicto: estuvo bien venir, pero no creo ni espero volver.



2. Los viáticos.
El vivir solo te da la libertad de poder escoger lo que quieras para comer ¡y la compañía paga! por lo tanto uno puede darse hilo con todo gusto que se le ocurra, un día comida china, otro cortes de carne. Cuando voy al super echo al carrito todas esas cosas que algunas vez pedí a mi mamá comprar y nunca quiso por caro o porque no se le dió la gana. Tampoco hay que pagar renta, así que si se escoge el lugar adecuado es posible ahorrar lo de los pasajes, o estar cerca de restaurantes y cosas que le agraden a uno. Veredicto: MÁS VIÁTICOS POR FAVOR !!!



3. La comunidad y el ambiente.
Sin duda la gente varía mucho de un lado a otro, sin embargo no hay persona que haya sido grosera conmigo durante este tiempo. Las personas en Torreón son muy amables, pero ciscadas por lo relacionado a los narcos, balaceras, inseguridad. Todos te recomiendan hacer toque de queda en cuanto se pone el Sol, así que el día se termina muy rápido. La vida nocturna está medio muerta, y básicamente no la armas si no tienes un grupo de amigos que te inviten a cotorrear a sus casas. Veredicto: buena gente, mal ambiente.



4. LA OBRA
   4.1 Los trabajadores: tuve la extraña coincidencia de que el residente de obra fuera un chavo de mi edad,    así que no hubo mayor rose o incomodidad. Todos los mais' que se presentaron a trabajar fueron muy considerados conmigo y nunca trataron de hacerme de menos por ser mujer, por joven o por cualquier otra cosa. Como siempre, surgen los imprevistos y te das cuenta que hay gente irresponsable o que no sabe hacer su trabajo, pero es normal hasta cierto grado y así será hasta que cada quien se arme de su equipo de gente de confianza. Veredicto: la gente de obra rifa.
   4.2 Mi desempeño: cuando llegué no tenía una idea muy clara de mi papel en obra, obvio supervisar ¿pero cómo supervisar cosas que nunca he visto hacerse? uno tiene la base académica, pero la práctica es distinta... mucho más compleja. Me imagino que es algo de primerizos, pero al llegar uno no está seguro de la actitud que debe tomar al evaluar un trabajo... creo que lo hice normal para ser la primera vez. Veredicto: la libramos, y bien.
   4.3 El aprendizaje: a veces me ponía como niña a preguntarle el nombre de todo a los trabajadores y ellos tuvieron la paciencia de explicarme los nombres y cómo se hacen las cosas, siempre dispuestos a compartir su experiencia. Ahora sé más de catálogos de conceptos, número generadores y del-estar-en-obra, (básicamente nunca había estado en alguna que me confiriera algún grado de responsabilidad), también aprendí sobre ser jefa y cómo tratar a la gente, no planeo volverme un ogro, pero de ahora en adelante sí tomaré una actitud un tanto más firme. Sé que la cagué en varias cosas, pero ahora ya sé en qué detalles debo poner atención. Mis grandes lecciones fueron: establecerme un parámetro sobre el trabajo en obra y (aprendido un poco a la mala) hacer las observaciones en tiempo y forma, antes de que sea muy difícil hacer correcciones. Veredicto: estoy chava, pero 'ay la llevo.

Él es Don Beto y soy su fan.

Con sus momentos cómodos, de hueva, estresantes y divertidos, no me arrepiento de haber venido a Torreón. También me sirvió como break y una especie de reenamoramiento con la carrera, después de años sentada todo el tiempo frente a la compu, por fin pude salir al mundo real a ver cómo se hacen las cosas y ver que nada es tan solemne y de hueva como te lo hacen parecer en la facultad. Recuperé mis ánimos para terminar la tesis, a ver qué sale.

1 comentario:

Dianna dijo...

Marisela Ibarra, Juan el de la tortilleria, José y Sandro Gómez deben menos de 50 pesos :S y Cinthya Medellin se compró dos cartones y ahora está en el muro de la vergüenza..